La Sareb, el ‘banco malo’ que aglutinó en 2012 los activos inmobiliarios fallidos que tenían las entidades financieras tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, reconoce que al cierre del ejercicio 2022 tenía un patrimonio neto negativo de 14.172 millones de euros. Son 4.238 millones más que un año antes.
El motivo de este ajuste es que sus activos no valen lo que pensaba, según han reconocido fuentes de la entidad que, desde el año pasado, está controlada por el Estado.
Esta revisión, explican, está ligada sobre todo al valor de los suelos que Sareb trata de vender y que no tienen fácil salida en el mercado.
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