El 25 de marzo del año 42, varios años después de la muerte y resurrección de Jesús, Santiago de Zebedeo atracaba en Carthago Nova –hoy conocida como Cartagena–. Tenía la misión de llegar hasta el fin del mundo, el Cabo de Finisterre, evangelizando y difundiendo la palabra del nazareno por toda España. Y así lo hizo, al menos, según nos ha contado la Iglesia.
Bajo la Catedral de Santiago de Compostela reposan los huesos de este apóstol que se sentó en la mesa durante la Última Cena y compartió pan y vino con Cristo.