Crecer echando de menos lugares que uno apenas recuerda y que conoce por relatos, comidas, olores, ausencias. Sentir que el corazón se encuentra dividido en dos: un trozo en el país donde uno nació y otro en el país donde uno vive, pese a que el segundo no siempre haya mostrado su cara más amable. Es parte de la experiencia migrante que plasma Yeison F. García (Cali, 1992) en los poemas de Derecho de admisión. "Perdonad si estos versos os incomodan / os lanzan una realidad que no queréis mirar, permitidme deciros que vuestra fragilidad /en este espacio no importa /que soy yo el que habla ahora del derecho de admisión /a vuestros comentarios", escribe García, toda una declaración de intenciones.