Javier Gutiérrez dice que no tiene físico para ser Supermán, tampoco le hace falta. Tiene algo más difícil, la capacidad de hacer de gente normal. De ser el vecino de al lado, el hombre que te encuentras en la cola del supermercado. Una cercanía que hace que el espectador sienta que le conoce desde siempre. Parece fácil, pero para ser Supermán basta el gimnasio y una capa, y para lo otro una naturalidad que cada vez es más complicado encontrar en el cine.
Vuelve a demostrarlo en Pájaros, donde da vida a un hombre perdido, en plena descomposición, igual que la Europa que recorre en un coche destartalado junto a Luis Zahera, más contenido que nunca y con el que forma un dúo quijotesco que se complementa a la perfección.