Como casi todas las historias de amor, empezó con la novedad ("Adoro Twitter, es como tener tu propio periódico"), siguió con la pasión ("no sería presidente si no fuera por Twitter"), pero al tiempo empezaron los reproches ("Twitter no me trata bien") y ahora ha llegado la gota que colma el vaso. Donald Trump está muy enfadado porque Twitter le ha llamado mentiroso. Han roto.
Por supuesto, una compañía que factura 3.000 millones de euros al año no te llama mentiroso así directamente, sobre todo si eres el presidente de EEUU. Lo que hace es coger uno de tus tuits en los que dices que el voto por correo es básicamente fraude electoral y pone debajo una pequeña advertencia, breve, aséptica, doblemente humillante: "conoce la verdad sobre el voto por correo", un enlace que te lleva a una página donde te explican que Trump miente como un bellaco.