Los familiares de las víctimas de la matanza de Bojayá, uno de los capítulos más atroces del conflicto armado colombiano, comenzaron este lunes la despedida final al cerca de centenar de personas que perdieron la vida el fatídico 2 de mayo de 2002, una herida que sigue abierta en Colombia.
La sepultura definitiva de las víctimas, muchas de las cuales pasaron casi dos décadas en fosas comunes sin identificar, supone un paso más en la lucha por justicia y garantía de no repetición que desde hace 17 años libra esa comunidad de afrodescendientes del departamento del Chocó, fronterizo con Panamá.
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