“O nos rendimos a las fuerzas demoníacas que están demoliendo nuestro país o las derrotamos en una victoria aplastante el 5 de noviembre de 2020. O el Estado profundo destruye Estados Unidos o destruimos el Estado profundo”. Este es el tono apocalíptico y conspirativo -aunque nada novedoso- en el que Donald Trump ha decidido enmarcar su campaña electoral, ahora que numerosas investigaciones judiciales contra él se aproximan a sus fases finales. Este es el tono elegido en su primer mitin, en Waco (Texas), donde hace 30 años se desencadenó un violento enfrentamiento armado entre agentes federales y una secta religiosa, que duró 51 días y dejó 82 muertos, y que se ha convertido en un símbolo de resistencia de la ultraderecha contra el gobierno federal.
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