Media hora antes del fin del partido inaugural del Mundial de Qatar, las gradas comenzaron a vaciarse. Una imagen inaudita en el primer día del mayor espectáculo que celebra el deporte más popular del planeta. Buena parte de la hinchada local no tenía estómago para seguir viendo el partido que su equipo iba perdiendo por 2-0 desde antes del descanso. Al finalizar, medio estadio estaba vacío. Esa idea de que un aficionado anima a su selección hasta el último minuto, aunque vaya perdiendo, a la espera de la remontada milagrosa era completamente extraña para los adinerados espectadores.
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