El domingo terminó la edad de oro de las fake news políticas. Inferirlo de las elecciones brasileñas es apresurado, pero no contra intuitivo. Más impreciso, más indiscutible, es advertir que las fake news ya no son lo que eran. O cambiaron mucho o se desnudaron caras ocultas y se cayeron máscaras ocultadoras. Antes latente, una utilidad probada de estas 'noticias fabricadas' se volvió patente, presente, dominante y en definitiva la mayor de todas. A lo largo de las cuatro semanas de campaña de los dos presidentes que buscaban ganar las elecciones del 30 de octubre, cada nueva fake news fue una dosis de refuerzo para la inmunidad identitaria.
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