En el siglo XVII los exploradores holandeses ocuparon una pequeña isla en medio del océano Índico a la que llamaron Nueva Ámsterdam. Allí fundaron Smeerenburg, un asentamiento que serviría de centro de operaciones para el verdadero objetivo de la expedición: la caza de ballenas. Se cortaban en pedazos, se despellejaban y hervían su grasa para hacer aceite que luego usaban como combustible para lámparas o como cera de velas. Fue el "petróleo" de la época.
También era empleado como lubricante para maquinaria, razón por la que su uso se potenció con la llegada del ferrocarril y del aumento demográfico de las ciudades.
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