Bernard Rose cambió muchas cosas del relato original de Clive Barker a la hora de llevarlo a la gran pantalla, pero nada fue tan importante como su escenario. Lo prohibido se ambientaba en Liverpool, mientras que el film finalmente titulado Candyman lo hacía en Chicago, en el barrio de Cabrini-Green. La historia de este proyecto de viviendas era de lo más convulsa: impulsado entre los años 40 y 60, sus habitantes habían experimentado paulatinamente la retirada de los servicios públicos, sufriendo vandalismo, plagas y bandas organizadas.