Comprar unas entradas para el cine, ver un partido de fútbol, el teletrabajo o avances tecnológicos como detección temprana de incendios u operaciones quirúrgicas. Todas estas actividades tienen algo en común y es que necesitan del servicio de una operadora de telecomunicaciones. Un sector estratégico, por tanto, que vive en España un momento de cambio de propietarios, fusiones y búsqueda de rentabilidad. Un aluvión de operaciones se suceden tras años de crisis de esta industria.
Las tres grandes operadoras en España (Telefónica, Orange y Vodafone) vienen sufriendo en sus resultados los efectos de la baja rentabilidad del sector, de la que culpan al empuje de empresas de bajo coste como MásMóvil, Digi y otras.