Bancos con diseños que impiden tumbarse. Elementos punzantes que no permiten ponerse a refugio si llueve. Estatuas e incluso piedras que hacen inhabitable el espacio público. Son parte de la llamada 'arquitectura hostil', 'urbanismo defensivo' o 'Anti Homeless Architecture' [arquitectura contra las personas sin hogar], que busca expulsar de las ciudades a quienes se ven abocados a dormir al raso.
Según señaló el historiador especializado Iain Borden a The Guardian, la arquitectura hostil tiene sus raíces en el diseño urbano y la gestión del espacio público de los años 90. Su aparición "sugiere que sólo somos ciudadanos en la medida en que estamos trabajando o consumiendo bienes directamente".