Cuando en marzo de 2020 estalló la pandemia, el uso de la tarjeta y los pagos sin contacto se convirtió en una recomendación sanitaria. Los bancos suspendieron ciertas comisiones para estas operaciones y en los establecimientos se incentivó este tipo de intercambios. Este hecho no ha provocado más que una aceleración de un proceso que se venía observando desde hacía tiempo: la tarjeta gana terreno al efectivo. Además del boom del comercio electrónico, el físico tiene cada vez un mayor porcentaje de gasto a través del dinero de plástico.
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