En 2019, antes de la pandemia, la presión fiscal aparente medida como la suma de impuestos y cotizaciones sociales en porcentaje del PIB se situaba en un 35,2%, casi 6 puntos por debajo de la media de la Unión Europea (41%) y muy lejos de las de Dinamarca (48%), Francia (47,1%), Bélgica (45,2%) o Suecia (43,4%).
Pero, según las estadísticas oficiales del INE y de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE), resumidas en el siguiente cuadro, esta presión fiscal aparente ha crecido un 5,9% en 2020 y un 4,1% en 2021.
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