Los llamamientos de algunos líderes internacionales, como Lula da Silva o Gustavo Petro, a poner fin a la guerra en Ucrania, que pasan en algunos casos por exigir el cese de las sanciones a Rusia o al envío de armas que están haciendo los aliados, como EEUU o la UE, provocan malestar en Bruselas y las capitales de los 27, donde consideran que hay que apoyar a Ucrania como país agredido para que contenga la ofensiva para una futura negociación.