El cine construye relatos e imaginarios. El wéstern, el genero que dominó Hollywood durante años, inculcó una historia oficial que poco tenía que ver con la realidad. Para ellos, en el lejano Oeste los malos eran los indios. Salvajes, despiadados y crueles. Daba igual que les hubieran arrancado sus tierras y masacrado a su gente, para Hollywood eran los colonizadores los que tenían el derecho sobre el paisaje y sobre el relato. El resultado fue impecable. Los niños juegan a indios y vaqueros, pero son los segundos los buenos y los primeros los enemigos, a los que hay que matar.