La fascinación por lo vikingo no encuentra límites. Existen tiendas temáticas que venden desde jarras con forma de cuerno hasta colgantes que imitan la forma del Mjölnir, el martillo de Thor. También hay tendencias en redes como Instagram, donde una simple búsqueda del hashtag #vikingo arroja imágenes en su mayoría protagonizada por hombres altos, de pelo largo y barba. Pero, ¿qué hay de real en todo esto? Probablemente poco. Y, aunque los agentes responsables de cómo miramos al pasado son múltiples, hay uno de especial relevancia: la ficción.