“Enteradas de que reparten algunos objetos de los que no se sabe el dueño y habiéndolo perdido todo porque nos lo quitaron los rojos”… Esa fue la fórmula. Las cartas que llegaron al comisario general del Patrimonio Artístico Nacional, entre 1939 y 1945, repetían la misma justificación, una tras otra. Casi como una consigna. Este consenso en las reclamaciones de las religiosas dio como resultado la retirada de más de 2.000 bienes que habían sido almacenados por la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico y por los expolios que el franquismo realizó a las familias republicanas represaliadas.
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