
Billie Holiday cantaba pesar de la exclusión, del reformatorio por el que había pasado, del racismo imperante en cualquier ciudad de los Estados Unidos y de la violación que había sufrido a los diez años
La hija de Sadie Fagan y Clarence Holiday tenía un problema con su nombre de pila, Eleanora. “Era tan puñeteramente largo que nadie lo decía bien” (Lady Sings the Blues, 1956). Nunca le había gustado, y le gustaba aún menos desde que su abuela la había empezado a llamar Nora. En cambio, no le importaba que su padre la llamara Bill por sus gustos supuestamente poco femeninos, entre los que estaba la práctica del boxeo; pero, como “también quería ser bonita y tener un nombre bonito”, aquella adolescente que ya era adulta (“cuando eres pobre, creces deprisa”) combinó el apodo paterno con el pseudónimo de una de las actrices más versátiles del cine mudo, a quien adoraba: Billie Dove.