Dos conflictos bélicos en paralelo han cambiado la forma de volar. Las guerras en Ucrania y en Gaza han limitado el espacio aéreo del que disponen las compañías y eso tiene derivadas en las horas que duran los viajes, en el gasto de combustible y, también, en la estrategia que tienen que implementar las aerolíneas a la hora de diseñar las rutas. Sin olvidar la huella que supone en cuanto a emisiones de gases con efecto invernadero.
El problema, básicamente, está a la hora de volar desde Europa en largo radio hacia el Este, hacia Oriente Medio y Asia y viceversa, en un contexto donde las operaciones se han disparado, con el turismo internacional en cifras récord y donde este año se han llegado a alcanzar los 33.000 vuelos diarios en Europa.