Ser como Luis Eduardo Aute se inventó en el Renacimiento, cuando la razón y la creación salían con rabia y fuerza a vencer la ruina oscurantista de la Edad Media. Como aquellos creadores, este filipino afincado de toda la vida en España, supo templar con tiento todas las disciplinas. Músico completo –compositor, letrista y cantante–, pintor, escultor y cineasta. Y, además, comprometido, innovador y humano en toda la profundidad de la palabra. Un mito para una generación ansiosa de libertad tras aquella noche tan larga que venía con hambre atrasada. Sumidos en una pandemia, confinados en nuestras casas, muere Aute en Madrid a los 76 años, aunque un brutal infarto hace casi cuatro años le dejó muy afectado.
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