En España siempre ha habido un problema con la sexualidad. 40 años de dictadura y de nacional-catolicismo han hecho mella, y todavía se viven las consecuencias. Esa herencia religiosa hace que, para muchos, el sexo sea algo oscuro, sucio y avergonzante, de ahí que muchas mujeres hayan vivido negando su propio deseo. La ficción empieza a romper esos tabúes y comienza a traspasar ciertas líneas. Por ejemplo, en la sexualidad en la vejez. Pocas historias han mostrado con naturalidad a cuerpos ancianos. Aquí también se manifiesta el machismo de industrias como el cine, habituada a mostrar galanes de 60 años con parejas décadas menor.