A Rosa Chacel le gustaba tomar whisky mientras veía bailar a los demás. O, al menos, eso hizo una vez sentada en un sofá de escay, cuando ya era anciana, mientras miraba a Carmen Martín Gaite dar saltos en la pista. A esta, a su vez, le encantaba la vida social, las tertulias y poner el punto final a sus obras en un hotel. Precisamente, en la cafetería de uno en Bélgica, María Lejárraga disfrutó viendo caer la nieve a través de las ventanas en uno de sus escasos espacios de soledad.